jueves, 28 de noviembre de 2013

Por llamarlo muerte

Su cuerpo yace inerte en el suelo, enterrada, hoy. Su diminuto cuerpo de perro está sobre la tierra fértil y ya no se despertará nunca. Puede ser irónico, o no. Mañana es un día duro y resulta que a partir de hoy. Tengo dos días duros. No se si es cosa del destino, de la vida, la muerte, o simplemente casualidad. Las lágrimas que se esparcen en mi cara sopesan mil y una expresión de dolor, furia...
Tal vez esté escrito que no pueda tener una perra que me quiera de verdad. Tal vez sea simplemente que estoy hecha para no querer a nadie. Todo aquel que quiero se marcha y no vuelve. El que está arriba no quiere verme feliz, parece que por ser y por haber sido y por haber nacido así me castigue. Pues gracias, acabas de matar a lo único pequeño que me quedaba de su recuerdo que ahora está en lo más profundo de mi corazón.
Con estas palabras solo quiero expresar mi dolor y que mi pequeña ratona tenga paz allá donde esté, seguro está correteando y saltando como le gustaba hacer tan solo eran 6 meses y 26 días. Y con menos de 1 cuarta. Ahora está condenada a reducirse y a convertirse en nada. Porque la muerte todavía no se a descubierto que es y de donde procede.